Mireya Dávila1
Con
poca frecuencia se ha debatido en el ámbito académico sobre el
origen del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer
Trabajadora. No obstante, las distintas versiones sobre la
celebración se encuentra en la opinión pública y en los numerosos
artículos divulgativos oficiales y no oficiales2.
Durante décadas, la celebración del Día Internacional de la
Mujer3
fue un homenaje a las mártires de 1857 que en Nueva York fallecieron
en el incendio de una fábrica textil en huelga. El origen del 8 de
marzo no se encuentra en un evento histórico específico, como el
del incendio, sino que tiene sus raíces en el movimiento de obreras
y sufragistas que confluyen a principios del siglo XX en Estados
Unidos y Europa.
Y más
aún, las organizaciones feministas socialistas y comunistas
contribuyeron a la oficialización e internacionalización de esta
fecha al instituir un día al año no sólo para rememorar el pasado
de las luchas populares sino para hacer pública la demanda de
igualdad en las condiciones laborales, protestar contra explotación
y conquistar la ciudadanía política que el voto podría conferirle
a las mujeres. En definitiva, el Día Internacional de la Mujer
Trabajadora surge de aquel encuentro internacional en 1910 donde
se acordó promover la lucha por el derecho al voto sin ninguna
limitación contemplada por la democracia censitaria burguesa.
A
continuación veremos cómo se fraguó el Día Internacional de la
Mujer Trabajadora y el legado del proyecto feminista socialista
de principios de siglo XX.
Industrialización
y lucha obrera
Hacia
1860 Estados Unidos protagoniza una revolución económica conocida
en la historiografía como la Segunda Revolución Industrial4,
en la que el desarrollo científico y técnico jugó un papel
importante en el diseño y construcción de máquinas con uso de
energía eléctrica y combustible derivado de petróleo. La
producción en cadena donde cada obrero se ocupa de la elaboración
de una sola pieza y no de la fabricación total del producto, hizo
que la expansión fabril se manifestara en el crecimiento de
la producción, en la formación de un mercado nacional compuesto por
los sectores medios y trabajadores, y en la inversión de grandes
corporaciones con capital financiero. Así Estados Unidos comenzaría
a expandir el modelo económico capitalista, a regir los asuntos
internacionales y a colocar sus bienes en el mercado mundial.
Desde
un principio la creciente industria estadounidense necesitó atraer
fuerza de trabajo, los inmigrantes europeos vieron en el norte de
América una oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, en
comparación a las que se encontraban en sus países de origen.
Estados Unidos fue convirtiéndose en “una nación de naciones”,
como la llamó el historiador Samuel Eliot Morison.. En
los centros de producción se encontraron mujeres y hombres de
distintas nacionalidades y grupos étnicos: irlandeses, italianos,
alemanes, checos, así como también judíos de origen polaco,
lituano, eslovaco, ucraniano y húngaro. El autor explica las causas
de la emigración en Europa:
“La
transferencia de personas del Viejo Mundo al Nuevo fue el experimento
más extenso y victorioso de su especie en la historia, llevado a
cabo en mayor escala y sobre un período más largo y con menos
reacciones que ninguna otra empresa comparable. La perturbadora
revolución agrícola de Europa, la persistente pobreza de los
campesinos, los recurrentes malos tiempos para los obreros, la
guerra y la constante amenaza del servicio militar para los
jóvenes, la opresión política, la persecusión religiosa, un
sistema de clases que cerraba la puerta de la oportunidad a las
grandes masas de los pobres y negaba la educación de sus hijos:
éstos fueron durante 200 años los principales motivos de
emigración de 40 millones de europeos a los Estados Unidos...”5
Entre
1860 y 1920 se triplicó la población en las ciudades y los
inmigrantes traían consigo la efervescencia de la lucha obrera,
inspirados en las corrientes políticas del socialismo utópico y el
anarquismo europeos.
Las
mujeres y los niños sufrían una mayor opresión dentro del sector
obrero, además de trabajar un promedio de 60 a 84 horas semanales en
la industria textil y del vestido y, en muchos casos, arriesgaban la
vida exponiéndose a las tareas de maquinistas sin gozar de seguridad
industrial, recibían un salario menor que el de los hombres. A
cambio de vender su fuerza de trabajo obtenían un promedio de 3.93 a
6.91 dólares, menos de la mitad que sus compañeros obreros. Bajo
estas condiciones las mujeres obreras, niños y niñas se encontraban
en una situación de vulnerabilidad; sometidos al acoso y abuso
sexual.
En la
medida en que se incrementaba la producción y la actividad fabril no
paraba ni un día a la semana, también crecía la organización de
trabajadoras y trabajadores de la industria. En primer lugar, exigían
la reducción de la jornada laboral y mejores salarios, para ello,
organizaron protestas y huelgas, en varias ocasiones pararon la
producción por varios días y se congregaron en agrupaciones
políticas como la National Labor Union que en 1866 fue la
primera federación nacional de trabajadores, integrada por
sindicatos y sectores reformistas de clase media, entre ellos, se
encontraban mujeres defensoras del sufragio femenino. Los dueños de
las fábricas arremetían contra la organización obrera y lograban
eludir las demandas laborales, al respecto Eliot Morison señala:
“...las
grandes corporaciones podían permitirse el lujo de sostener un
conflicto durante meses, importar rompehuelgas, alquilar
detectives de Pinkerton*, sostener luchas en los tribunales con
abogados bien pagados, comprar la prensa y los políticos influyentes
y, si era preciso, cerrar fábricas y lanzar a los obreros al
hambre hasta que se diesen por
vencidos.”6
Las
mujeres se encontraban en las fábricas bajo el mismo dominio
patriarcal que se reproducía en el hogar. Su trabajo en la industria
-en su mayoría textil donde desempeñaban labores similares a las
tareas domésticas, tales como: lavanderas, tejedoras, costureras,
planchadoras- no era remunerado con un salario justo, por el
contrario, el pago menor favorecía a los dueños capitalistas y su
jornada era considerada un ingreso complementario en la economía del
hogar. Al respecto, nos dice Morison:
“La
'emancipación' de la mujer no resultó un éxito completo, pues
muchas se emanciparon de la servidumbre del hogar para caer en la
servidumbre del taller. El paso de la casa de campo a la
habitación urbana y la reducción de las familias limitaron las
actividades domésticas de las mujeres, pero cuando éstas
dirigieron sus energías y talento a la industria, los negocios o
las profesiones, encontraron en todas partes un trato
discriminatorio.”7
Las
mujeres obreras sufrían el mismo trato discriminatorio en la vida
pública como en el hogar y mucho menos se le permitía la
participación política ni el sufragio. Si en la vida privada las
mujeres se encontraban en desventajas legales frente a sus maridos,
en la vida pública la situación empeoraba, sin mínimas
posibilidades de participar en el ámbito político para transformar
su realidad. En este contexto, las mujeres obreras organizaron
acciones de calle, huelgas y protestas, en muchas ocasiones sin el
apoyo de las organizaciones socialistas y sindicales compuestos en su
mayoría por hombres, pero en alianza con mujeres de clase media y de
profesiones liberales que integraban el movimiento sufragista. En
medio de este panorama, aparecen las primeras organizaciones de
mujeres, por un lado, las denominadas “sufragistas”, promotoras
de la participación política de las mujeres en la elección de
cargos públicos y, por otro lado, las mujeres obreras, defensoras de
los derechos laborales y de la causa revolucionaria.
Movimiento
sufragista femenino de entresiglos
Entre 1870 y 1939 el movimiento feminista por el sufragio tuvo lugar
en Estados Unidos y Europa con repercusiones en América Latina.
Estas organizaciones femeninas promovían el voto como derecho
fundamental para el ejercicio de la ciudadanía, en oposición al
sufragismo censitario de la democracia liberal y burguesa que no
contemplaba el derecho al voto de todos los hombres sino de aquellos
que poseyeran propiedades y supieran leer y escribir. Si los hombres
pobres no estaban incluidos en las decisiones políticas de la
nación, mucho menos lo estaban las mujeres tanto pobres como ricas.
Las mujeres de clase media consideraban que el voto inauguraría su
accionar en la vida pública y a través del sufragio podrían
influir en la arquitectura jurídica que, hasta ese momento, no
contemplaba la igualdad ante la ley entre mujeres y hombres.
Convertirse en una mujer ciudadana -actora política de la nación-,
según las sufragistas, era el primer paso para el reconocimiento de
sus derechos económicos y sociales.
Las
sufragistas vieron en las mujeres de la clase obrera un frente
popular para ampliar su movimiento político y juntar fuerzas en las
peticiones, lo que derivó en organizaciones policlasistas de
mujeres. Ana de Miguel Álvarez8
señala que el movimiento sufragista en Estados Unidos tiene su
origen a mediados del siglo XIX y estuvo vinculado con la corriente
abolicionista, décadas más tarde las feministas socialistas,
utópicas y marxistas se unieron a este movimiento político. Las
diferencias entre las corrientes ideológicas eran latentes, en el
caso de las socialistas, diferenciaban la lucha de las mujeres de la
clase obrera a la de las mujeres burguesas, no obstante, todas
coincidían en que la conquista del sufragio era una táctica para la
emancipación de la mujer.
Alexandra Kollontai señalaba una situación similar del movimiento
de mujeres burguesas en Europa, donde se consolidó una red de
organizaciones femeninas que pretendían ser representantes de
“todas” las mujeres, al respecto decía:
“El
movimiento feminista burgués pretendía ser no clasista, neutro, y
afirmaba que representaba las reinvindicaciones y las acciones de
todas las mujeres. Sin embargo, la realidad era muy diferente, y
las feministas burguesas no representaban finalmente nada más que
sus propias reivindicaciones e intereses, lo cual no excluye el hecho
de que el movimiento feminista burgués reclutase a sus miembros
entre las capas sociales más diversas...”9
Por otro lado, se encontraban las feministas anarquistas quienes no
consideraban el voto un logro en la lucha por la emancipación de la
mujer, contrariamente a las socialistas, veían que la causa de la
opresión era el Estado, era necesario erradicar cualquier forma de
dominio patriarcal. Según su perspectiva, la organización estatal
era una creación masculino que basaba su dominio sobre las mujeres
en el artificio jurídico. Las anarquistas proponían una verdadera
liberación femenina que emergiera de sus propio desarrollo
histórico, alterando el modelo político patriarcal.
Emma Goldman, una de las mayores exponentes de la corriente
feminista anarquista, señalaba que el voto no terminaría con la
situación de pobreza y desigualdad en la que vivían las mujeres
obreras.
“...no
creo que la influencia de la mujer empeore el ambiente político,
pero tampoco creo que lo mejore. ¿Y si no puede enderezar los
errores de los hombres, por qué contribuir a perpetrarlos?
(...) En ese sentido el sufragio ni añadirá ni quitará esa
cualidad intrínseca. El desenvolvimiento ideal de sus
facultades, su libertad, su independencia personal deberá ser la
obra de su propio intelecto y de sus propias manos. Primero,
afinándose como carácter y como individualidad libre, y no como
un objeto de placer; segundo, rechazando todo derecho que se
quiera imponer sobre su cuerpo; rehusándose a procrear, cuando
no se sienta con necesidad de hacerlo, negarse a ser sierva de
dios, del Estado, de la sociedad, del marido, de la familia,
simplificando su existencia tornándola más profunda y rica en
nobleza.”10
No
obstante, las socialistas mantuvieron su lucha por el voto femenino
como instrumento político para alcanzar logros concretos, por
ejemplo, intervenir en el diseño de políticas públicas que
transformaran radicalmente las condiciones de subyugación en las que
se encontraban las mujeres obreras. Las mujeres socialistas y
anarquistas coincidieron en la incorporación de las mujeres a la
educación, como estrategia para alcanzar la independencia política
y económica, tanto del marido como del patrón.
Clara
Zetkin en 1907 señala con claridad en qué condiciones las
organizaciones socialistas de mujeres obreras podían estar
acompañadas del movimiento sufragista para el avance de la
revolución del proletariado:
“...Las
proletarias no deben contar, por tanto, con el apoyo de las mujeres
burguesas en al lucha por sus derechos civiles; las
contradicciones de clase impiden que las proletarias puedan
aliarse con el movimiento feminista burgués. Con ello no queremos
decir que deban rechazar a las feministas burguesas si éstas, en
la lucha por el sufragio universal femenino, se pusieran a su lado
y bajo su dirección para combatir en diversos frentes al enemigo
común...”11
La
unidad entre sufragistas y socialistas promovió un frente
interclasista de liberación femenina por el derecho de las mujeres a
un salario justo y a la formación, de gozar protección laboral y
maternal, suprimir el trabajo infantil y a favor del voto universal.
No obstante, la militante comunista Kollontai advertía que las
conquistas de las mujeres burguesas se ceñían dentro del sistema
capitalista, por tanto, no cambiarían a profundidad la situación de
las mujeres obreras, “una protección legal de la madre y otras
leyes especiales que debían garantizar la protección de la
trabajadoras”12,
no resolvía la calamidad de una mujer obrera que debía encargarse
de sostener a la familia y del cuidado de los niños y el hogar, en
detrimento de su cuerpo, de su vida y del tiempo necesario para el
disfrute, la formación y el placer.
Tiempos
de huelgas y de la Internacional de Mujeres Socialistas
Entre
1908 y 1910 en Estados Unidos hubo varias huelgas organizadas por las
obreras, en algunos casos, lograron detener la producción por varias
semanas13.
Las mujeres obreras y socialistas en alianza con las sufragistas, no
sólo organizaron huelgas y agitaron las masas obreras exigiendo las
transformaciones económicas y sociales, sino que también sus
delegadas se congregaron en asambleas políticas de alcance
internacional para tratar los asuntos de la desigualdades civiles
entre mujeres y hombres, tanto en Europa como en Estados Unidos. Es
el caso de las sufragistas fundadoras de la agrupación política
Women's Trade Union League, a la que sumaron obreras con el
fin de conquistar derechos laborales y ciudadanos. Progresivamente,
las mujeres de clase media engrosaron sus filas para conseguir el
sufragio, mejorar la educación y defender la igualdad entre mujeres
y hombres en la familia.
Una
de las reuniones más importantes celebradas por estos años fue la I
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, realizada
el 17 de agosto de 1907 en Stuttgart, Alemania, a la cual
asistieron 58 delegadas provenientes de Alemania, Italia, Austria,
Francia, Finlandia, Inglaterra, Suiza, Noruega, Holanda, Bélgica y
Estados Unidos. La reunión cumplió con la siguiente agenda:
“1°
Memoria acerca del movimiento socialista femenino en los distintos
países de Europa.
2°
Establecimiento de relaciones constantes y periódicas entre las
socialistas organizadas de los distintos países; y
3°
Derecho electoral de la mujer.”14
Zetkin
propuso la creación de una oficina internacional que recibiera las
memorias del trabajo de las organizaciones socialistas y divulgara
sus alcances a través del órgano Gleichheit (La Igualdad).
En su intervención definió los objetivos del movimiento feminista
internacional:
“...El
movimiento proletario femenino de todos los países tiene en un
primer término un fin educador: llevar la mujer al socialismo,
despertando en ella el sentimiento de clase, convirtiéndola en
combatiente de la emancipación social. Pero tiene otro fines más
inmediatos: la protección de la mujer, como obrera, como madre,
como esposa y como ciudadana, contra el abuso, y la conquista de
la igualdad política al efecto de ayudar á
los
proletarios á destruir el actual estado social.”15
La
estrategia de internacionalizar el movimiento político e
intercambiar sus experiencias para consolidar una sola fuerza social
que procurara la liberación de todas las mujeres oprimidas, lo
enfatiza en esa intervención:
“...Es
indudable que el movimiento socialista y revolucionario femenino será
más poderoso, más efectivo cuando las mujeres de todos los
países se unan y se apoyen mutuamente...”16
En el
último punto de la agenda fue cuestionada la democracia burguesa.
Las socialistas rechazaban la falsa igualdad bajo los parámetros del
sufragio censitario, en la que el individuo propietario educado es el
único facultado para ejercer el voto, por el contrario, defendieron
el voto ilimitado para las mujeres, en oposición al orden social que
emergía del capitalismo:
“...el
movimiento socialista femenino de todos los países rechaza el
derecho electoral limitado de la mujer como una falsificación de
la igualdad política, afirma que su ideal es el derecho electoral
sin limitación de ninguna especie, excepto las de la mayoría de
edad...”17
El
resultado de la discusión entre mujeres sufragistas y socialistas
fue comprometer a sus partidos en la lucha por el voto femenino. Para
ello, la I Conferencia Internacional eligió a Clara Zetkin
para asumir la Secretaría Internacional de la Mujer, quien varios
días después, expuso el acuerdo de las feministas en el VI
Congreso Socialista Internacional. Allí
señaló que el voto femenino no era el fin de la lucha de las
mujeres proletarias, sino más bien el principio de la emancipación
política y era necesario que, en ese proceso de revolución
socialista, la mujer obrera luchara en las mismas condiciones que el
hombre proletario:
“...El
reconocimiento del derecho de voto al sexo femenino no suprime la
contradicción de clase entre explotadores y explotados, de la
cual surgen los obstáculos más tenaces para el libre y armónico
desarrollo de las proletarias (...) Nosotros, socialistas, pedimos
el derecho de voto para las mujeres, no como un derecho natural,
nacido con la propia mujer, sino que lo pedimos como un derecho
social basado en la nueva actividad económica, en la existencia y
en la consciencia personal totalmente transformada de la
mujer...”18
En
este evento, las representaciones de los partidos socialistas de unos
25 países de Europa, América Latina19
y Estados Unidos aprobaron la moción de Clara Zetkin, solidarios en
la lucha por el sufragio femenino, sin distinción de clase social,
declarando:
“...En
aquellos países donde ya se haya efectuado la democratización
parcial o total del derecho de sufragio, los socialistas deberán
luchar por la implantación del sufragio universal femenino y por
la concesión de cuantos derechos complementarios puedan
reclamarse en relación con el Código Civil...”20
Del
Woman's Day al Día Internacional de la Mujer
Dos
años antes de oficializarse el Día Internacional de la Mujer
Trabajadora en Estados Unidos varias organizaciones de mujeres se
reunían un día al año, al cual llamaron Woman's Day (Día
de la Mujer). El 3
de mayo de 1908 se congregaron en el teatro The Garrick, en Chicago,
allí las socialistas participaron en el debate sobre la situación
de las obreras, en rechazo a la esclavitud sexual y abogaron por el
derecho al voto. Al año siguiente, el 28 de febrero las mujeres se
congregaron alrededor del Woman's Day en Nueva York con
grandes manifestaciones y, a partir de esta fecha, hasta 1913, el Día
de la Mujer fue celebrado el último domingo de febrero en
Estados Unidos.
Unos
meses antes de celebrarse la II Conferencia Internacional de
Mujeres Socialistas, en 1910, las socialistas norteamericanas se
reunieron el último domingo de febrero con objetivos más definidos:
divulgar las condiciones de explotación entre la militancia obrera,
visibilizar la situación de las mujeres proletarias con largas
jornadas laborales sin descanso, salarios a la mitad y víctimas de
acoso sexual por los patrones. La intención fue proclamar la lucha
de las obreras a través del Partido
Socialista estadounidense, la única agrupación política que
defendía la igualdad social y económica entre hombres y mujeres.
Las sufragistas aliadas también aprovecharon para elevar la
propuesta del derecho al voto, y así las delegadas socialistas
decidieron llevar estas vindicaciones a la conferencia a realizarse
en Copenhaguen. Al respecto, aclara Carmen López:
“...el
origen del Día Internacional de la Mujer no está en ninguna
manifestación de obreras, sino que fueron las trabajadoras que
habían acabado la huelga 12 días antes las que asistieron a los
actos celebrados por las socialistas en defensa del voto de las
mujeres. Dado que la reivindicación que justificaba la
celebración del Woman's Day era el derecho al voto para las
mujeres, a las obreras les era más fácil identificarse con las
sufragistas que con los hombres de su misma clase social.”21
Sin
duda, eran tiempos de agitación política en las calles y de
asambleas para trazar estrategias y alianzas con la Internacional
Socialista. Las mujeres militantes no sólo actuaron en las marchas y
protestas y agrupando a más obreras en la dirección política sino
que además formularon planes de alcance popular que permitieran
conseguir objetivos políticos a corto y mediano plazo. En este
contexto, se reúne en agosto de 1910 la II Conferencia Internacional
de Mujeres Socialistas con una destacada participación de Clara
Zetkin por su propuesta de celebrar un Día Internacional de la
Mujer Trabajadora, en repudio a las condiciones de opresión en
la que se encontraban las mujeres obreras en el mundo y a favor de la
emancipación de la mujer. Al mismo tiempo, se vislumbraba la guerra
en Europa y las socialistas propusieron que ese día también se
hiciera un llamado a la paz. Aún cuando en el acuerdo no se fijó un
día específico, a partir de entonces el Día Internacional de la
Mujer Trabajadora comenzó a celebrarse en varios países de
Europa.
Primeras conmemoraciones del Día
Internacional de la Mujer Trabajadora en Europa
A partir de 1911 las socialistas tomaron un día del año para hacer
pública su postura política y convocaron a más mujeres para unirse
al movimiento revolucionario. La primera de estas conmemoraciones
tuvo lugar el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y
Suiza. El día 19 de marzo fue escogido en Alemania por conmemorarse
la protesta obrera en contra de Guillermo de Prusia en 1848. Mientras
que en París fue celebrado 18 de marzo, en Estados Unidos seguían
conmemorándolo el último domingo de febrero.
Este
año fue de especial relevancia en Norteamérica por el incendio
acaecido en la fábrica del vestido Triangle Shirtwaist Company22,
ocurrido en Nueva York. Cerca de 146 mujeres, de origen judío e
italiano murieron en la tragedia. En los años que siguieron las
organizaciones sindicales como la International Ladies'
Garment Workers' Union (ILGWU)
se fortaleció junto con la American Federation of Labour
(AFL) y lograron legislaciones garantes para la seguridad laboral en
ese país.
Por
pirmera vez, en 1914 el Día Internacional de la Mujer
se celebró un 8 de marzo, ese día las mujeres obreras de Alemania,
Suecia y Rusia denunciaron la explotación en las fábricas. Mientras
que los hombres eran reclutados para cumplir con el servicio militar
en la guerra, las trabajadoras se encontraban en situación de
miseria y vulnerabilidad.
Del 8 de marzo de 1917 a la
Revolución de Octubre
La destacada participación de las mujeres en la Revolución de
Febrero fue decisiva para el partido bolchevique y la conquista de la
revolución proletaria. En 1917, tal como venía ocurriendo todos los
8 de marzos, las mujeres obreras salieron a las calles de Moscú a
protestar contra la participación de Rusia en la guerra, la
desigualdad en las condiciones laborales y la escasez de alimentos.
Las mujeres decidieron convocar a la agitación pública y, aunque
contradecía la estrategia política concebida por los bolcheviques,
el estallido popular del 8 de marzo (23 de febrero en el calendario
juliano), protagonizado por las obreras, puso fin a la dinastía
Románov. Los sucesos del 8 de marzo sobrevinieron en el proceso
revolucionario que más adelante proclamó la República Soviética.
E.H. Carr señala el papel combativo de la irrupción popular en los
sucesos de febrero:
“La
Revolución de Febrero de 1917 que derribó la dinastía Románov fue
el espontáneo estallido de unas masas exasperadas por las
privaciones de la guerra y por una eminente desigualdad en reparto
de las cargas bélicas”23
En 1920, Vladimir Ilich Lenin señalaba, con motivo del Día
Internacional de la Obrera, la importancia de incluir en condiciones
dignas, a las mujeres obreras al proyecto socialista. La revolución
convocaba a “incorporar a la mujer al trabajo social productivo,
arrancarla de la 'esclavitud del hogar', liberarla de la
subordinación -embrutecedora y humillante-”.24
La Revolución rusa dio pasos agigantados en los derechos de la
mujer, en consecuencia, se aprobaron varias de las demandas
feministas: derecho al voto, socialización del trabajo doméstico,
protección a la maternidad, el divorcio, entre otras. La
transformación radical de las normas jurídicas y la creación de
otros mecanismos legales para reivindicar la liberación de la mujer
fue el resultado de la labor incansable de militantes comunistas como
Alexandra Kollontai, Clara Zitken y Rosa Luxemburgo, entre otras,
todas precursoras del movimiento de mujeres feministas de la época.
Lenin
a propósito del Día Internacional de la Mujer
Trabajadora, señalaba el
carácter emancipador de la mujer en la Revolución bolchevique:
“Y
no es posible incorporar las masas a la política sin incorporar a
las mujeres. Porque, bajo el capitalismo, la mitad femenina del
género humano está doblemente oprimida. La obrera y la campesina
son oprimidas por el capital y, además, incluso en las repúblicas
burguesas más democráticas, no tienen plenitud de derechos, ya
que la ley les niega la igualdad con el hombre...”25
Clara
Zetkin expuso un informe sobre el movimiento revolucionario de
mujeres en el III Congreso de la Internacional Comunista que se llevó
a cabo entre junio y julio de 1921 y con ello, se adoptaron dos
resoluciones a favor de la lucha internacional de las obreras:
consolidar los vínculos de las comunistas en el extranjero a través
del Secretariado Internacional de la Comintern y ahondar en “las
formas y los métodos del trabajo comunista entre las mujeres”26
La revolución había suprimido aquellas leyes que mantenían a la
mujer en el hogar y las confinaba únicamente al trabajo doméstico,
al tiempo que, abolió la propiedad privada de las tierras y las
fábricas, en procura de que la mujer se dedicara a la formación, al
trabajo colectivo y a la producción para el bienestar común. En
Rusia se materializaban las exigencias de las mujeres obreras y
socialistas que proclamaron el 8 de marzo el día para visibilizar
sus luchas y victorias. En revolución, además de analizarse la
situación de la mujer en el capitalismo, también se insistía,
gracias a la contribución del trabajo militante de Kollontai y
Lenin, en destruir el modelo patriarcal de la sociedad rusa con
experiencias concretas de emancipación de la mujer en la vida
pública y privada y en colectividad.
Día Internacional de la Mujer en
Venezuela: ¡Viva el voto femenino!
El
clima político internacional que, desde décadas anteriores a 1930
se vivía en Europa y Estados Unidos, también tuvo su expresión en
el ámbito nacional. En 1944 por primera vez se celebró en Venezuela
el Día Internacional de la Mujer27,
convocado por las mujeres de clase media organizadas por el voto
femenino28.
El
8 de marzo las mujeres cumplieron con el rigor de los actos
oficiales, asistieron al Panteón Nacional, rinderon honores al padre
de la patria en la Plaza Bolívar de Caracas y de la misma forma
dejaron una corona de flores al sepulcro de su esposa, María Teresa
del Toro, en la Catedral. En la plaza principal Josefina Juliac de
Palacios ofreció un discurso político que terminó con la consigna:
¡Viva el voto femenino!. En los colegios femeninos o con
representación femenina, Fermín Toro, Católico Venezolano y en la
Normal del Mujeres, también se realizaron homenajes a las mujeres
que luchaban por la democracia y en repudio a la guerra que se vivía
en Europa. Para cerrar la celebración, las organizadoras convocaron
a una jornada de reflexión sobre el estado actual de los derechos
políticos de la mujer. En la conferencia intervino Lucila Palacios,
integrante del Comité, y apuntó la necesidad de incorporar a la
mujer en el proceso de su propia liberación, mientras que, Eumelia
Hernández por la Unión Municipal, intervinó con el tema “Mujer
trabajadora y el momento actual”,
en la que recordó a Clara Zetkin y llamó a la realización pronta
del Congreso Femenino. También las acompañaron Josefina Palacios
por el partido Acción Democrática (AD), Pastor Oropeza por el
Partido Democrático Venezolano (PDV), Luis Beltrán Pietro Figueroa,
Luis Tovar, vocero de los trabajadores de la industria petrolera y
Miguel Otero Silva.
La celebración estuvo signada por un espíritu de unidad entre las
mujeres sin distingo de clase social y con ausencia del carácter
reivindicativo de la mujer trabajadora. La idea de que el voto las
unía a todas soslayó la naturaleza combativa de la mujer
empobrecida y obrera, aquella celebración inaugural buscó
homogeneizar a la mujer venezolana para contar con la fuerza política
necesaria que respaldara el reclamo de ciudadanía liderado por las
mujeres de clase media.
“En
efecto, el 'Día Internacional de la Mujer' no es para levantar a
determinada mujer, ni siquiera a varias, sino a todas las mujeres.
Es el día de la obrera, de la profesional, de la proletaria, de
la dama encopetada, de la intelectual, de la madre, de las hijas, de
la esposa, de la novia... y hasta de la infeliz 'magdalena'. Un
día verdaderamente amplio, fraternal, solidario, total (...) Una
masa homogénea de mujeres celebrando su día (...) es sin duda
alguna lo más efectivo que puede hacerse en pro del Voto Femenino.”29
Durante
ese mismo año las organizaciones de mujeres se unieron en el
Comité Pro Sufragio Femenino que llevó a cabo la campaña
por el derecho de las mujeres a participar en la vida política de la
nación, logrando que el Congreso Nacional aprobara únicamente el
voto femenino para las elecciones municipales. En aquel entonces, la
dirigencia política manifestó que las elecciones locales,
considerada de menor trascendencia, sería una prueba para que las
mujeres demostraran su inteligencia y capacidad de decisión
política. No obstante, las mujeres venezolanas al conseguir sólo el
sufragio limitado continuaron la lucha a través de su órgano
divulgativo, el Correo Cívico y
trabajaron con otros partidos políticos para posicionar el tema
sobre la igualdad entre mujeres y hombres. Finalmente, en 1947 la
Junta de Gobierno, conformada posterior al derrocamiento del gobierno
de Isaías Medina Angarita, estipuló el voto universal, directo y
secreto y, de esta manera, las mujeres no sólo consiguieron votar
sin restricción alguna sino también a ser elegidas en cargos de
representación pública.
En
1945 se consagró en Venezuela, por segunda vez, el Día
Internacional de la Mujer con la
Segunda Conferencia Venezolana de Mujeres, llevada a cabo durante los
días 8, 9 y 10 de marzo. En esta oportunidad se reunieron delegadas
de organizaciones femeninas culturales, obreras, deportivas,
parroquiales y benéficas provenientes de distintas regiones del
país: Zulia, Lara, Trujillo, Guayana, Sucre, Miranda, Táchira,
Anzoátegui, Bolívar y Distrito Federal. Una comisión se reunió
con el presidente Isaías Medina Angarita en la que manifestaron:
“...la
preocupación de la mujer venezolana por todos los problemas que son
de vital importancia para el pueblo, los cuales no antepone a la
mujer a sus problemas específicos sino que los considera como
parte principal en su lucha por las reivindicaciones más
queridas...”30
En
esta segunda reunión, las delegadas del estado Lara manifestaron su
preocupación por la situación de las mujeres campesinas que viven
en situación de pobreza y abandono. María González, vocera de las
trabajadoras del agro, expuso el reclamo de estas mujeres, resumido
en: “...protección para los hijos que darán al mundo (...) amparo
educativo, seguridad para un mundo sin guerras, sin diferencias de
clases.”31
Para ello, las militantes reafirmaron en la Segunda Conferencia su
principal objetivo: “el sufragio pleno”.
Institucionalización
del 8 de marzo
Hacia
1975 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó el 8 de
marzo Día Internacional de la Mujer
y resolvió el carácter obligatorio de la celebración para todos
los países del mundo. Un año antes el organismo declaró el Año
Internacional de la Mujer (1975) y el Decenio de las Naciones Unidas
para la Mujer (1975-1985). La Primera Conferencia Mundial del Año
Internacional de la Mujer se celebró en México con el lema:
“Igualdad, Desarrollo y Paz”.
Inmediatamente, Venezuela se adhirió a la resolución de la ONU y
se creó la Primera Comisión Femenina Asesora de la Presidencia de
la República, compuesta por mujeres de trayectoria en la lucha por
los derechos políticos, esta instancia buscaba generar diagnóstico
y políticas públicas dirigidas al sector femenino de la población.
Para ello, convocaron en ese mismo año el Primer Congreso de la
Mujer Venezolana, en el que disertaron sobre el proyecto de reforma
del Código Civil, como primer paso para la igualdad jurídica de las
mujeres en la propiedad de bienes y en la patria potestad.
La descomunización del Día
Internacional de la Mujer Trabajadora
A
mediados de la década de 1950, el origen del Día de la Mujer
Trabajadora comenzó a sufrir un proceso de descomunización que
tergiversó el carácter socialista de la celebración. Los
acontecimientos que marcaron el rumbo de la internacionalización de
un día de la mujer obrera y su significación combativa y clasista,
propia del movimiento de mujeres trabajadoras y de militantes
socialistas y comunistas como Zetkin, Kollontai, Luxemburgo, entre
otras, fueron omitidos en el período de la posguerra y del
anticomunismo. Temma Kaplan refiere el trabajo de las historiadoras
Liliane Kandel y François Picq32,
quienes advirtieron sobre el mito del incendio de la fábrica en
1857, ampliamente difundido, así Kaplan en “On the socialist
origins of international women's day”, refiere la
interpretación de las estudiosas francesas:
'Para
destacar el día internacional de la mujer, de su historia soviética,
con el fin de darle un origen más internacional, más antiguo que
el bolchevismo, más espontáneo que una decisión de un congreso
o de una iniciativa de mujeres afiliadas a un partido, la fecha de
1857, fue escogida como un tributo a Clara Zetkin, nacida ese
año.'33
Con
esta hipótesis coincide Ana María Portugal34,
al afirmar que fue el órgano del Partido Comunista francés, L'
Humanité en 1955 fue el
responsable de propagar la versión de un 8 de marzo conmemorativo en
homenaje a las mártires de un incendio acaecido en Nueva York,
así pues esta interpretación
rápidamente encontró eco en la
opinión pública y en la historiografía. A
partir de entonces, la rebeldía de las obreras que participaron en
las huelgas y agitación de masas que derrocaron al Zar Nicolás II
de Rusia en 1917 también fue borrada de la historia.
Varias
investigaciones35
coinciden con que el origen del 8 de marzo comenzó a despejarse
hacia 1984 cuando Renée Côté rastreó el caso de la huelga de 1857
y de 1908 y no encontró datos significativos que vincularan
directamente el Día Internacional de la Mujer Trabajadora con
estos sucesos, tal como lo han dado a conocer. La celebración del 8
de marzo no obedece a una conmemoración sino al desarrollo del
movimiento de obreras que venía gestándose en el seno de la
industrialización en Estados Unidos y Europa y se encuentra a
principios del siglo XX en alianza internacional con las sufragistas
y socialistas. Por su parte, la historiadora norteamericana Mari Jo
Buhle36,
según Álvarez González, estudió el incendio de Triangle
Shirtwaist Company y demostró que este suceso fue un año después
de la oficialización de un Día Internacional de la Mujer
Trabajadora por la II
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910.
Estos
resultados de investigación también explican el interés de la
Organización de Naciones Unidas por prescindir de toda índole
clasista al suprimir el adjetivo “Trabajadora” y llamar el
8 de marzo Día Internacional de la Mujer:
El Día Internacional de la Mujer se refiere a las mujeres
corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en
la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en
pie de igualdad con el hombre. En la antigua Grecia, Lisístrata
empezó una huelga sexual contra los hombres para poner fin a la
guerra; en la Revolución Francesa, las parisienses que pedían
"libertad, igualdad y fraternidad" marcharon hacia
Versalles para exigir el sufragio femenino.
La
idea de un día internacional de la mujer surgió al final del siglo
XIX, que fue, en el mundo industrializado, un período de
expansión y turbulencia, crecimiento fulgurante de la población
e ideologías radicales.”37
(subrayado
nuestro)
La
reseña histórica del 8 de marzo divulgada por el organismo
internacional no ahonda sobre el aporte de las feministas socialistas
y comunistas en las experiencias de organización obrera y el alcance
de un movimiento internacional que tuvo alcances en el proceso
liberador de las mujeres más vulnerables. Por el contrario, soslaya
la acción revolucionaria de las feministas de principios de siglo al
señalar de “ideologías radicales” el
contexto de la lucha obrera. En un intento de reunir a “todas”
las mujeres del mundo sin distinción de clase y etnia, evita la
discusión sobre la agudización del patriarcado en el régimen
capitalista y la relación entre dada entre clase, género y etnia
que confluyen en la explotación económica de mujeres en situación
de pobreza.
Otras
Fuentes Consultadas
Fuentes
primarias
1.
Hemerografía
De
Ávila, Juana. “Un alto en el camino”. El Nacional. Caracas, 9 de
marzo de 1944, p. 7.
Carrillo,
Rosario. “Día Internacional de la Mujer”. El Universal. Caracas,
8 de marzo de 1944, p. 16.
Guevara,
Ada Pérez. “La Comisión Interamericana de Mujeres, su Actuación”.
El Universal. Caracas, 8 de marzo de 1944, p. 4.
“Con
el mayor entusiasmo popular se celebró el Día Internacional de la
Mujer”. El Nacional. Caracas, 9 de marzo de 1944, p. 11.
“Con
más de sesenta delegaciones se instaló anoche la II Conferencia
Nacional de Mujeres”. El Nacional. Caracas, 9 de marzo de 1945, p.
16.
“Delegadas
de Ocumare al Congreso Femenino”. El Nacional. Caracas, 9 de marzo
de 1945, p. 8.
“Hacia
la conquista de los derechos femeninos”. El Nacional. Caracas, 9 de
marzo de 1944, p.1.
“Las
Delegadas de Lara traen trabajos de un gran interés a la II
Conferencia de Mujeres”. El Nacional. Caracas, 8 de marzo de 1945,
p. 15.
“Por
primera vez se celebró ayer en esta ciudad el Día Internacional de
la Mujer”. El Universal. Caracas, 9 de marzo de 1944, p. 5.
“Segunda
Conferencia Venezolana de Mujeres”. El Nacional. Caracas, 8 de
marzo de 1945, p. 1.
Fuentes
Secundarias
- Artículos de revistas
Carosio,
Alba. “Día Internacional de la Mujer Trabajadora. 100 años de
lucha feminista en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el
desarrollo”. En Revista Venezolana de Estudios de la Mujer.
Caracas, Centro de Estudios de la Mujer, Universidad Central de
Venezuela, Vol. 15, No. 34, enero-junio 2010, pp. 271-273.
Huggins
Castañeda, Magally. “Re-escribiendo la historia: Las Venezolanas y
sus luchas por los derechos políticos”. En Revista Venezolana de
Estudios de la Mujer. Caracas, Centro de Estudios de la Mujer,
Universidad Central de Venezuela, Vol. 15, No. 34, junio 2010.
Disponible en
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1316-37012010000100009&script=sci_arttext
(Accedido
el 20 de enero de 2014).
Llovera,
María del Mar. “Reflexion acerca del 8 de marzo. Día
Internacional de la Mujer”. Revista Venezolana de Estudios de la
Mujer. Caracas, Centro de Estudios de la Mujer, Universidad Central
de Venezuela, Vol. 13, No. 30, enero 2008. Disponible en
.
(Accedido el 20 de
enero de 2014).
Pérez
Guevara, Ada. “Correo Cívico Femenino, 1946”. En Revista
Venezolana de Estudios de la Mujer. Caracas, Centro de Estudios de la
Mujer, Universidad Central de Venezuela, Vol. 14, No. 33,
julio-diciembre 2009, pp. 149-150.
Portugal,
Ana María. “8 de marzo. Los hitos.” En Comisión de Igualdade.
Consello da Cultura Galega. Disponible en
www.culturagalega.org/album/docs/8m-los-hitos.pdf
(Accedido
el 20 de enero de 2014).
- Libros
Carosio,
Alba; Vargas Arenas, Iraida. Feminismo y socialismo. Caracas,
Editorial El perro y la rana, 2010.
1Investigadora. Militante del Colectivo 4F. Licenciada en Historia por la Universidad Central de Venezuela. Maestrante en Historia Contemporánea en la Universidad Nacional General Sarmiento.
2Ejemplo
de algunas páginas web oficiales: Ministerio de Educación y
Ciencia de la Federación Rusa
http://es.russia.edu.ru/russia/holidays/2645/
y Organización de las Naciones Unidas:
http://www.un.org/es/events/womensday/history.shtml
; y no oficiales: http://tercerainformacion.es/spip.php?article23090
y http://www.mujeractual.com/sociedad/8marzo/4.html
3Hacia
la década de 1940, posterior a su nacimiento y con la
institucionalización de la celebración del Día de la Mujer
por los Estados-naciones, la denominación de la fecha perdió el
adjetivo de Trabajadora para
incorporar a mujeres de los diversos sectores sociales. La
“inclusión” de todas las mujeres también hizo desaparecer el
carácter clasista del patriarcado, así el debate feminista se
centró en el derecho al voto y a la protección de la trabajadora y
madre. Desaparecieron de la agenda pública temas como los derechos
sexuales y reproductivos y la liberación de la mujer, entre otros,
desarrollados ampliamente por las feministas anarquistas y
comunistas.
4Algunos
autores como Felipe Pigna, la sitúan a partir del último tercio
del siglo XIX, un proceso caracterizado por el maquinismo, las
grandes empresas, aumento de la producción y el establecimiento del
mercado mundial.
5Samuel
Eliot Morison, Breve historia de los Estados Unidos. México,
Fondo de Cultura Económica, 1980, 2da. edición. p. 476.
6Íbidem,
p. 464. [Cursivas del
original] *Los detectives de
Pinkerton, era un grupo de inteligencia, formado a mediados del
siglo XIX, quienes se infiltraban en las protestas de trabajadores,
responsables del asesinato de líderes obreros.
7Íbidem,
p. 623.
8Ana
Miguel de Álvarez es directora del curso Historia de la Teoría
Feminista de la Universidad Complutense, Madrid, puede leerse más
sobre este tema en su artículo Los feminismos a través
de la historia en
http://www.mujeresenred.net/historia-feminismo2.html
[Consultado el 07 de
febrero de 2014]
9Alexandra
Kollontai, Sobre la liberación de la mujer (Seminario de
Leningrado 1921), Barcelona, Editorial Fontamara, 1979, p. 164.
10Emma
Goldman, “El sufragio femenino”.
Publicado por primera vez en
la compilación Anarchism
and Other Essays.
(Estados Unidos, 1910)
En
http://www.marxists.org/espanol/goldman/1910/006.htm
[Consultado
el 30 de enero de 2014]
11Clara
Zetkin, La cuestión femenina y la lucha contra el reformismo.
Barcelona, Editorial Anagrama, 1976, p. 115.
12Alexandra
Kollontai, ob. cit., p. 164.
13Una
de las más largas fue la huelga de las mujeres en las fábricas
textiles de Nueva York, iniciada el 22 de noviembre de 1909 y
culmino el 15 de febrero del año siguiente. Participaron cerca de
15.000 trabajadoras, en su mayoría, jóvenes y lograron el cierre
de más de 500 centros de producción. Este paro fue apoyado por las
mujeres sufragistas, sindicalistas y socialistas.
14"I
Conferencia socialista internacional de mujeres" en Instituto
de Reformas Sociales, Congresos
Sociales en 1907,
Madrid,
Imp. de la Suc. de M. Minuesa de los Ríos, 1908, p.17.
http://fama2.us.es/fde/congresosSociales1907.pdf
(Disponible
en formato PDF, consultado el 2 de febrero de 2014)
15Íbidem,
p.18.
16Íbidem,
p. 19.
17Ídem.
18Clara
Zitken, ob. cit., p. 113.
19Entre
ellas, Bolivia y Argentina.
20"VI
Congreso socialista internacional" en Instituto de Reformas
Sociales, ob.,
cit.,
p. 24. http://fama2.us.es/fde/congresosSociales1907.pdf
(Disponible
en formato PDF, consultado el 2 de febrero de 2014)
21Carmé
López, La lucha por los derechos de las mujeres en
http://www.mujeractual.com/sociedad/8marzo/4.html
[Consultado el 30 de
enero de 2014]
22Durante
varias décadas se difundió en la opinión pública que el incendio
de la fábrica era el origen
del Día Internacional de la Mujer Trabajadora. No obstante,
las investigaciones más recientes rastrearon la fecha de la
tragedia que aconteció el 25 de marzo de 1911, un año después de
la oficialización de la celebración en Copenhaguen.
23E.
H. Carr, La Revolución Bolchevique (1917-1923). I. La conquista
y organización del poder. Madrid, Alianza
Editorial, 1972, p. 86.
24V.
I. Lenin, “Con motivo de Día Internacional de la Obrera”, 4 de
marzo de 1920 en La emancipación de la mujer. Moscú,
Editorial Progreso, 1971, p. 83.
25V.
I. Lenin, “El Día Internacional de la Obrera”. 8 de marzo de
1921 en ob. cit., p. 85.
26Clara
Zetkin, ob. cit., p. 136.
27El
nombre de la celebración del 8 de marzo en Venezuela no tuvo el
adjetivo de “Trabajadora”.
28Estas
mujeres se habían constituido en la Agrupación Cultural Femenina
(1935) y en la Asociación Venezolana de Mujeres (1936).
29Rosario
Carrillo, “Día Internacional de
la Mujer” en El Universal, 8 de marzo de 1944, p. 16. A
propósito de la celebración en el Teatro Nacional pautada para el
mismo día.
30“Segunda
Conferencia Venezolana de Mujeres” en El Nacional, 8 de
marzo de 1945, p.1
31“Rutas
de la Provincia. María González, Delegada campesina” en
El Nacional, 9 de marzo de 1945, p. 8
32“Le
Mythe des origines à propos de la journée internationale des
femmes” en
La Revue d'En Face, No. 12, 1982.
33Este
trabajo fue publicado en
Feminist
Studies 11, No. 1 (1985), pp. 163-171. Disponible en la red
http://libcom.org/files/International%20Women's%20Day.pdf
(Documento en formato PDF, consultado el 30 de enero de 2014)
Traducción: María Gabriela Ramírez.
34Día
Internacional de la Mujer. Memoria y compromiso en
www.memch.cl/Historiadel8demarzo.pdf
(Documento en formato PDF, consultado
el 25 de enero de 2014)
35Los
orígenes y la celebración del Día Internacional de la Mujer,
1910-1945, en
http://www.fire.or.cr/8marzo01.htm
(Consultado el 25 de enero de 2014). Artículo que forma parte de
su trabajo publicado en 1999
con el mismo título en Oviedo (España) por KRK-Ediciones y que es
resultado de su trabajo doctoral para la Universidad de Oviedo. El
verdadero origen del 8 de marzo, día internacional de la mujer
trabajadora por Vito Gianotti en
http://tercerainformacion.es/spip.php?article23090
(Consultado el 30 de enero de 2014); 8 de março: conquitas e
controvérsias por Eva Alterman Blay en
www.scielo.br/pdf/ref/v9n2/8643.pdf
(Documento en formato PDF, consultado
el 30 de enero de 2014); ¿Existió realmente el 8 de marzo?, por
Naumi A. de Vasconcelos en
http://www.cimac.org.mx/cedoc/8demarzodiaintermujer/116_8marzoisis.PDF
(Documento en formato PDF, consultado el 30 de enero de 2014)
36En
Women and American Socialism 1870-1920 publicado en 1983 por la
Universidad de Illinois, Estados Unidos.
37Sitio
web oficial de la Organización de Naciones Unidos en
http://www.un.org/es/events/womensday/history.shtml
(Consultado el 30 de enero de 2014)
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