miércoles, 19 de febrero de 2014

“Santos ha cometido errores importantes, tanto en casa como fuera de ella”




El embajador venezolano ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton, consideró inmerecidas las declaraciones hechas por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, contra Venezuela, quien afirmó que en el país se maltrata a colombianos.
“Quizás algún colombiano, por alguna irregularidad, haya sido expulsado, deportado de Venezuela”, dijo Chaderton, al explicar que no conoce el caso, pero “un caso de deportación frente a una sociedad generosa que los ha aceptado (a los colombianos) por la grave crisis que están sufriendo no merece este tipo de respuesta”, señaló.
En declaraciones a CNN el diplomático venezolano indicó que “el presidente Santos ha cometido errores importantes, tanto en casa como fuera de casa”.
Chaderton se preguntó si “olvidó el presidente Santos que más de 4 millones de colombianos, es decir el 15% de nuestra población vive en Venezuela con todos los derechos reconocidos como el resto de los venezolanos, salvo la materia de elección de presidente mientras no adopten la ciudadanía venezolana. Tienen la seguridad social, tienen una protección que nunca antes tuvieron porque fueron discriminados”.
¿Por qué se fueron a Venezuela los colombianos?, ¿Por qué no regresan a su país?”, se preguntó, al tiempo que respondió: “Algo bueno debemos estar haciendo en Venezuela”.
El diplomático recordó que además actualmente Venezuela, justamente con su presencia, participa como acompañante en el diálogo de paz que llevan adelante el Ejecutivo colombiano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (Farc-EP) en La Habana, Cuba.
“El apoyo que le estamos dando a Colombia es de absoluta fraternidad y con el deseo de que ellos alcancen la paz así, como nosotros, en medio de todas las dificultades estamos manejándonos en paz”, enfatizó.
Este martes, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y el canciller, Elías Jaua, también consideraron injustas las declaraciones de Santos.

A vueltas con el golpismo en Venezuela por Juan Carlos Monedero


Pensamos, quizá con ingenuidad, que con el triunfo del Presidente Maduro en las últimas elecciones municipales, donde sacó más de diez puntos de ventaja a los candidatos de la Mesa de la Unidad, la situación en Venezuela iba a tranquilizarse. Capriles, el candidato derrotado en las presidenciales y electo en el estado de Miranda, acudió el último diciembre a una reunión del Presidente con los cargos públicos locales y estadales recién elegidos. Reconoció la victoria de Maduro y también su legitimidad. Pero ahí comenzó también la fragmentación entre las filas de la derecha.
El escenario de una parte no menor de la derecha latinoamericana siempre ha sido el del golpismo cuando han estado fuera del gobierno, y la represión de cualquier disidencia o alternativa cuando habitan los palacios presidenciales. De esa actitud, alimentada por los Estados Unidos -para quien todo al sur del Río Bravo es su “patio trasero”-, surgió también como respuesta la lucha armada. El fin del gobierno sandinista en 1990 marcó el fin de las salidas violentas desde la izquierda. Fracasó el primer levantamiento zapatista (triunfó el pacífico y mediático), fracasó Chávez en 1992, fracasó Sendero Luminoso, se estancaron las FARC… Chávez lo entendió y en 1998 se hizo con el gobierno cambiando los fusiles por las urnas. Pero participar en las elecciones no iba a apaciguar a la derecha.
Desde el primer momento, Chávez se convirtió en el enemigo de los derrotados (ya para esas elecciones de 1998, Aznar mandó a Moragas, Arriola y, qué casualidad, a Correa –el de la Gürtel- a ayudar en las elecciones a la candidata de la derecha). Pero al igual que el hundimiento de la URSS en 1991 fue el comienzo del fin del Estado social en Europa, la renuncia a la lucha armada en América Latina vino acompañada el recrudecimiento del golpismo en la derecha del continente. La derecha sólo acepta la democracia si está en el poder. Cuando está fuera, le vale todo para recuperarlo. En casi todos lados. ¿O no nos acordamos que Aznar llegó a la política mintiendo y se fue mintiendo?
La extrema derecha venezolana vuelve a las andadas. No está dispuesta a esperar que la coyuntura les de una oportunidad electoral. Siempre tienen prisa. Capriles ya no les vale y vuelven al sabotaje, a poner muertos en las calles, a la desestabilización, contando como única baza el apoyo mercenario de buena parte de las empresas de medios de comunicación del mundo y de la propia Venezuela (donde el 80% de los medios están en manos de la oposición). Como su candidato, Capriles, ganó en diciembre en las elecciones en el estado de Miranda y ha aceptado el resultado (no parece muy sensato decir que hay fraude cuando tú mismo has sido elegido), los candidatos de los Estados Unidos vuelven a agitar la bandera de la violencia para intentar acorralar al gobierno de Nicolás Maduro. Los mismos que ya probaron esa estrategia en el breve golpe de 2002. Los mismos que si se hicieran con el poder en Venezuela convertirían el país en un cementerio anexo a una cárcel.
Los análisis de una parte de la derecha son los que han llevado a un sector de la misma, que siguen sin querer entender el apoyo popular al proceso bolivariano, a repetir la estrategia golpista. Ramón Piñango, del IESA y director de la “Unidad de análisis de coyuntura”, recomendaba recientemente a Henrique Capriles alejarse de Leopoldo López y de su plan de regresar a la lucha callejera para desestabilizar al gobierno (Plan “Salida”). En un documento publicado estos días en la prensa venezolana hacía las siguientes reflexiones, entendiendo que la anterior estrategia golpista sólo había servido para reforzar más el apoyo popular al chavismo: “1. El respaldo popular al Chavismo sigue siendo importante y mayoritario; 2. Las medidas anunciadas por el Presidente Maduro han dado señales para el pueblo que el Gobierno esta actuando; 3. El Gobierno ha logrado posicionar la matriz de la responsabilidad del sector privado en la escasez y especulación; 4. Los vínculos de Leopoldo Lopez con Alvaro Uribe y el paramilitarismo quiebra la relación con el Gobierno de Santos; 5. El respaldo de las Fuerzas Armadas a la revolución es irrestricto; 6. La agenda del Plan “Salida” no tiene ni tendrá respaldo popular, el pueblo de Venezuela por tradición cultural aísla a los violentos; 7. Cualquier acción violenta contra el Gobierno unifica las fuerzas Chavistas; 8. La agenda de Leopoldo López no se corresponde con asuntos de política nacional; 9. Las acciones de Leopoldo López buscan desplazar el liderazgo de Capriles”.
La prensa internacional ha vuelto a ser cómplice de la enésima intentona golpista. Por una parte, los que manejan una idea ramplona de justicia y reparten culpas desde la tentación de la inocencia. Son los que hablan de “los dos bandos” o de los “extremistas de ambos lados”, como si fuera lo mismo estar en el Gobierno que ser un golpista. Por otra -los más-, formando directamente parte de la estrategia golpista y acusando al Gobierno de Maduro de ilegítimo. Ya vamos sabiendo que para la prensa europea eso de ganar las elecciones es una estupidez cuando no las ganan sus patrones (¿nos acordamos de Papademos en Grecia y de Monti en Italia? ¿Y de Rajoy asumiendo que le dan lo mismo los compromisos electorales que le llevaron a la Presidencia del Gobierno?).
Las acusaciones vertidas sobre el gobierno bolivariano apenas se sostienen cuando se conoce la realidad del país. La derecha golpista venezolana está armada, está vinculada con el paramilitarismo colombiano y siempre tiene como estrategia sembrar la calle de muertos para intentar estrechar el cerco contra el gobierno. Como ocurrió en 2002, vuelven a conocerse conversaciones previas donde ya se anunciaba que las manifestaciones iban a terminar con muertos -denunciadas por el Presidente Maduro- o aparecen, como en tantas otras ocasiones, mercenarios contratados para generar desórdenes. Por el contrario, otros vídeos demuestran cómo la policía bolivariana tiene un comportamiento bien diferente del que vemos en otros países, incluido España. Sin olvidar que uno de los tres muertos era un militante chavista (cualquier muerto, sea cual fuere su signo, merece compasión). Pero esas informaciones no aparecen en los medios: no sirven para criminalizar a Venezuela.
Claro que existen grupos populares en el país caribeño con capacidad de resistir un golpe de Estado (como ocurrió en España en julio de 1936). Ya quisiera la derecha golpista que no existieran. Y están además los 100.000 kalashnikov que Chávez compró para armar a las milicias bolivarianas. En América Latina saben que los golpes de Estado organizados desde Estados Unidos son parte de la política del continente. Quien quiera entrar por la fuerza en Venezuela, va a encontrarse con mucho pueblo enfrente. Tienen además -y eso no lo soporta la derecha- unas fuerzas armadas comprometidas con su misión de salvaguardar al pueblo y no a los latifundistas y a los grandes empresarios. Tendremos que ver qué pasaría en Europa si una fuerza política como Syriza gana las elecciones en Grecia. En la América del Sur han aprendido sus lecciones. Allende no murió en vano.
En Venezuela no hay enfrentamiento entre dos bandos ni choques entre “hordas”. Hay un Gobierno legítimo y una minoría que no está dispuesta a dejarle gobernar. Claro que en Venezuela hay serios problemas económicos (¿recordamos que hay una crisis mundial?), no menos serios problemas de seguridad (vinculados a un complejo entramado de causas donde no es la menor un modelo de consumo que te hace creer que si a los 15 años no tienes ya todo eres un perdedor) y problemas igualmente graves de gestión administrativa (donde la corrupción endémica del país sigue siendo una asignatura pendiente pese a los arduos intentos del Gobierno por atajarla). La condición petrolera del país genera problemas estructurales contra los que aún no se ha encontrado una solución eficaz, pero de nada ayuda la permanente espada de Damocles del golpismo para enfrentar los problemas pendientes. No estaría de más que los amigos del golpismo y de las revoluciones de colores sacaran sus sucias manos de Venezuela y dejaran al Gobierno gobernar. No es sencillo hacerlo cuando un gobierno poderoso está siempre poniendo palos en las ruedas (¿nos acordamos en España de las dificultades añadidas en la lucha contra la violencia de ETA por la actitud beligerante de Francia?). Sin justificaciones como las que brindan los violentos, la vía electoral para que la oposición ofrezca al país su alternativa se hace más clara conforme los errores del gobierno allanen el camino de sus oponentes. Pero no en un escenario de amenaza golpista.
En las últimas elecciones presidenciales, y aprovechando que Chávez ya no era el candidato, la oposición estuvo a punto de volver al Gobierno. La tarea de la oposición debiera centrarse en señalar las deficiencias de la gestión de Maduro e ir preparando un modelo de país alternativo que convenza a las mayorías. Capriles lo ha entendido y por eso se ha desmarcado de la vía violenta. Otros, como Leopoldo López o María Corina Machado, quieren sacar a Capriles de juego y ocupar su lugar con una estrategia de confrontación soñando con un escenario libio o sirio para Venezuela. Porque el ruido que se hace con Venezuela siempre tiene que ver con lo mismo: su condición de país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Una codiciada pieza. Por eso fueron ayer contra Chávez y van hoy contra Maduro. Que Venezuela esté en los telediarios no tiene nada que ver con la violencia. Tiene que ver con que tienen petróleo y no son obedientes a los mandatos del norte.
Junto a esa lucha internacional sempiterna por controlar el petróleo venezolano, otra parte muy importante de los disturbios que acaban de tener lugar en el país tiene que ver con las pugnas internas dentro de la oposición venezolana. Sería importante que todo el país fuera consciente de que esos que quieren gobernar en Venezuela para sustituir al chavismo no le hacen ascos a que compatriotas suyos dejen la vida en los enfrentamientos. Porque para esa derecha golpista de Venezuela, como la de otros tantos sitios, su única patria siempre es el propio interés. Su democracia es una pantalla. Y del mismo modo que celebraron el reciente golpe en Honduras o los constantes intentos de derribar por la fuerza a Cristina Fernández, a Evo Morales o a Correa , su triunfo sería regresar a Venezuela a una oscura noche de la que, entonces sí, no nos hablarían los medios de comunicación. El pueblo de Venezuela ha dado su apoyo a Maduro. Y la obligación de cualquier demócrata es hacer valer su legitimidad frente a cualquier agresión golpista como la que ahora mismo está sufriendo. Aunque la presión mediática haga difícil esa tarea. Los enemigos de la democracia no cesan en su empeño. Que no nos venzan por cansancio.

BORON / La amenaza fascista



ATILIO A. BORON – La escalada desestabilizadora que actualmente sufre la Venezuela bolivariana tiene un objetivo no negociable: el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro. No hay un ápice de interpretación en esta afirmación. Fue expresada en reiteradas ocasiones no sólo por los manifestantes de la derecha sino por sus principales líderes e inspiradores locales: Leopoldo López y María Corina Machado.

En algunas ocasiones se refirieron a sus planes utilizando la expresión que usa el Departamento de Estado: “Cambio de régimen”, forma amable de referirse al “golpe de Estado”. Esta feroz campaña en contra del gobierno bolivariano tiene raíces internas y externas, íntimamente imbricadas y solidarias en un objetivo común: poner fin a la pesadilla instaurada por el comandante Hugo Chávez desde que asumiera la presidencia, en 1999.

Para Estados Unidos, la autodeterminación venezolana –afirmada sobre las mayores reservas comprobadas de petróleo del mundo– y sus extraordinarios esfuerzos a favor de la unidad de Nuestra América equivalen a un intolerable e inadmisible desafío. Para la oposición interna, el chavismo significó el fin de su coparticipación en el saqueo y el pillaje organizado por Estados Unidos y que tuvo a los líderes y organizaciones políticas de la Cuarta República como sus socios menores y operadores locales. Esperaban unos y otros la derrota del chavismo una vez muerto el comandante, pero con las presidenciales del 14 de abril del 2013 sus esperanzas se esfumaron, si bien por un porcentaje muy pequeño de votos. La respuesta de estos falsos demócratas fue organizar una serie de disturbios que cobraron la vida de más de una decena de jóvenes bolivarianos, amén de la destrucción de numerosos edificios y propiedades públicas. Se aplacaron porque la respuesta del gobierno fue muy clara y con la ley en la mano y además porque confiaban en que las elecciones municipales del 8 de diciembre, que concibieron como un plebiscito, les permitirían derrotar al chavismo para exigir de inmediato la destitución de Maduro o un referendo revocatorio anticipado. La jugarreta les salió mal porque perdieron por casi un millón de votos y nueve puntos porcentuales de diferencia.

Atónitos ante lo inesperado del resultado –que por primera vez le ofrecía al gobierno bolivariano la posibilidad de gobernar dos años y administrar la economía sin tener que involucrarse en virulentas campañas electorales– peregrinaron a Washington para recibir consejos, dineros y ayudas de todo tipo para seguir llevando adelante el plan. Ahora la prioridad era, como lo exigiera Nixon para el Chile de Allende en 1970, “hacer chirriar la economía”.

De ahí las campañas de desabastecimientos programados, según recomienda el experto de la CIA Eugene Sharp, la especulación cambiaria, los ataques en la prensa en donde las mentiras y el terrorismo mediático no conocían límites y, luego, “calentar la calle” buscando crear una situación similar a la de Benghazi en Libia que desbaratase por completo la economía y generase una gravísima crisis de gobernabilidad que tornase inevitable la intervención de alguna potencia amiga, que ya sabemos quién es, que acudiese en auxilio para restaurar el orden. Nada de eso ha sucedido, pero no cejarán en sus propósitos sediciosos.

López se entregó a la Justicia y es de esperar que ésta le haga caer, a él y a Machado, todo el peso de la ley. Llevan varias muertes sobre sus mochilas y lo peor que le podría pasar a Venezuela sería que el gobierno o la Justicia no advirtieran lo que se oculta dentro del huevo de la serpiente. Un castigo ejemplar, siempre dentro del marco de la legalidad vigente, y la activa movilización de las masas chavistas para sostener a la Revolución Bolivariana es lo único que permitirá aventar el peligro de un asalto fascista al poder que pondría sangriento fin a la gesta bolivariana. Y lo que está en juego es no sólo el futuro de Venezuela sino, indirectamente, el de toda América latina.

Atilio A. Boron. Director del PLED, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

PAGINA 12

Los pichones de monstruos / Sucesos 12-F



/Por Miguel Guaglianone/ Barómetro Internacional/

En un artículo anterior realizamos un análisis sobre los creadores de monstruos. Vimos como desde el fin de la Segunda Guerra Mundial el Departamento de Estado y las agencias de inteligencia de los EEUU han venido sembrando monstruos por el mundo para defender sus intereses fuera de fronteras.

Mostramos también como al principio esos monstruos les fueron efectivos pero con el tiempo sufrieron una especie de “efecto Frankenstein” que fue volviendo a las criaturas contra sus creadores.

Constatamos además como la creación de monstruos fue adaptándose a los tiempos y que en lugar de crear grandes monstruos hoy se crean múltiples monstruos más pequeños a los que bautizamos como “pichones de monstruos”. Los ejemplos que vimos fueron las distintas facciones que fueron promovidas, financiadas y armadas en Libia; la repetición de las mismas acciones en Siria, y finalmente en Ucrania donde se apoya a los grupos de extrema derecha neonazis.

Hoy los pichones de monstruos vuelven a actuar, tocándole el turno a Venezuela en un intento de desestabilizar al gobierno legítimo votado por la mayoría en elecciones transparentes.

El método de manual

Los pichones de monstruos son parte de las políticas de desestabilización creadas para cambiar violentamente gobiernos que no son afectos a los intereses de los Estados Unidos. El plan de acción está escrito desde hace tiempo en los manuales de las agencias de inteligencia y fue aplicado con éxito por ejemplo en 1973 en Chile, provocando la caída de Salvador Allende y la dictadura de Pinochet.

Si bien hay variaciones de acuerdo a las características del proceso social en el cual es aplicado, lo esencial del plan de desestabilización se mantiene en todos los casos. Primero se aplica por meses la acción de elementos económicos y políticos que vayan creando en la población un estado de miedo, zozobra y angustia. Luego se realizan acciones “de protesta” que se van caracterizando por no tener asistencia masiva y por ser cada vez más violentas. Se supone que constituirán la chispa que encienda el caos y que provoque la intervención de las Fuerzas Armadas o una explosión social que cambie violentamente al gobierno vigente.

Los sucesos en Venezuela

El 12 de febrero Venezuela festeja el Día de la Juventud conmemorando la Batalla de La Victoria, una acontecimiento del proceso de Independencia que ocurrió en la ciudad de La Victoria (a 80 km de Caracas) y que fue protagonizado y ganado por los jóvenes universitarios comandados por José Félix Ribas, héroe de la República. El gobierno bolivariano en esta ocasión que se cumplían los 200 años de la batalla quiso realizar un festejo por todo lo alto, nombró a La Victoria capital de la República por 24 horas y organizó una serie de actos de festejo en Caracas, en La Victoria y en otras ciudades del país.

Simultáneamente, el sector de ultraderecha de la oposición llamó ese mismo día a marchas de protesta contra el gobierno en todo el país en un operativo que denominó “La Salida”. En Caracas, foco principal de los acontecimientos ese día, mientras en algunos sectores de la ciudad se producían los festejos con concurrencia masiva de los seguidores del gobierno, una manifestación de estudiantes de alrededor de dos mil personas, compuesta por alumnos de las Universidades privadas y de algunas Universidades públicas en manos de la oposición, recorrió ciertos sectores del centro de Caracas, terminando frente al edificio del Ministerio Público en el sector de Parque Carabobo. Una vez retirados los manifestantes, apareció en escena un grupo de unas treinta personas encapuchadas, que atacaron el edificio del Ministerio destruyendo su fachada y amenazando con incendiarlo, destruyeron los bancos de piedra de la plaza de Parque Carabobo enfrente y quemaron cuatro patrullas del Cuerpo de Policía Científica que estaban estacionadas frente a su sede a pocos metros del Ministerio.

Analizando la forma de actuar de este grupo (simultáneamente en el sector Bellas Artes, a unas diez cuadras de allí, otro grupo similar destruyó edificios públicos y atacó a las unidades de policía) descubrimos que estaba formado por individuos entrenados en lo que las agencias de inteligencia llaman “violencia civil”, que acudieron bien equipados con materiales apropiados (pintura, bolsas de tierra, cocteles molotov) y armados con cabillas de hierro y armas de fuego. En acción tipo comando provocaron grandes daños materiales e hirieron gente.

El saldo final de esta violencia dejó tres muertos (dos de ellos seguidores del gobierno, muertos en diferentes lugares por la misma arma de fuego según la experticia balística) y más de treinta heridos de diferente gravedad, la mayoría de ellos afectos al proceso bolivariano.

Ese día se intentaron en otras ciudades algunas manifestaciones y actos de violencia pero no tuvieron la contundencia de los sucesos de Caracas. Los días siguientes, jueves 13 y viernes 14 se siguieron sucediendo hechos de violencia puntual. La noche del jueves fue atacada la sede de la televisora estatal VTV por un grupo encapuchado (están los videos) de unas 15 o 20 personas, que cerraron con neumáticos incendiados la calle y atacaron la fachada con bombas molotov y disparos de arma de fuego.

La represión policial prácticamente no existió. Vimos en general el extraño espectáculo de una policía antimotines que era insultada, apedreada y cubierta de pintura y no reaccionaba reprimiendo, respondiendo evidentemente a órdenes previas de no atacar a los manifestantes. Nos llevaba a comparar esto con los videos y fotografías que llegan de Ucrania, donde está hoy el mejor ejemplo del mundo al revés, son los manifestantes quienes atacan y los cuerpos represores los que se limitan a defenderse.

Las consecuencias políticas

Siguiendo el libreto, estos sucesos ocurren en Venezuela después de meses de “guerra económica” conformada por acciones sistemáticas como el desabastecimiento de productos básicos a través de la acción de la agroindustria y la distribución de alimentos que están en manos de grupos de empresas privadas de la oposición, apoyadas por los grandes medios de comunicación, que también son propiedad de esa misma oposición; así como el incremento de la inflación estimulada por estos mismos factores y el manejo especulativo del mercado de divisas. Todo esto para provocar el entorno de angustia, miedo y desesperanza en la población que propicie el caos, cuyo detonante serían estas acciones de violencia.

El asunto es que en Venezuela es prácticamente imposible esperar un golpe de estado de parte de unas Fuerzas Armadas que a lo largo de los últimos quince años no solo se han reafirmado como altamente institucionalistas, sino que albergan en su seno una muy fuerte corriente de compromiso, afinidad ideológica y lealtad al proceso bolivariano. Al libreto solo le queda entonces como opción provocar una explosión social, pero allí es dónde la teoría se hace más débil. Si fuera posible provocar tan fácilmente según esta fórmula una explosión social, éstas serían moneda común en el mundo. Sin embargo ese es finalmente el objetivo de esta violencia.

Lo cierto es que los sistemas sociales son procesos altamente complejos, y a la fecha no es posible determinar cuándo y dónde (y por qué) se producirá una explosión social, por más elementos desestabilizadores que se empleen. Los intentos parecen ser vanos, pero están realizados por un sector de ultraderecha que luego de haber perdido sistemáticamente 18 de los 19 procesos eleccionarios realizados en estos últimos 15 años parece estar desesperado, y que es apoyado, estimulado y financiado desde el exterior por una administración estadounidense que comparte la desesperación, al tratar de mantener la hegemonía que vienen perdiendo aceleradamente.

La hegemonía comunicacional y las “realidades” falsas

La extrema derecha generadora de la violencia ha reaccionado de una forma muy peculiar. Al mejor estilo de los nazis, culpan a las víctimas de la violencia ejercida por los victimarios. La versión de la ultraderecha culpa al gobierno, a sus seguidores y a los cuerpos policiales de los hechos violentos. Lo grave es que aunque esta visión de los hechos pueda ser muy descabellada -ya que nos encontraríamos frente a un gobierno que ataca y destruye sus propios edificios, hiere y mata a sus militantes e intenta derrocarse a sí mismo- es sin embargo la adaptación de la realidad que han elaborado los grandes medios privados locales, que rebota a las cadenas transnacionales corporativas, y que genera una “realidad virtual” que el mundo considera como cierta en Venezuela.

Es una clara demostración del verdadero poder de la hegemonía mediática, que en este caso es capaz de presentar como verdadera una interpretación absolutamente contraria a los hechos, ya que según los grandes medios corporativos la violencia en Venezuela (y así lo han dicho todas las grandes cadenas, desde la CNN a la Radio Televisión Española y la gran prensa internacional) ha sido “generada por los seguidores del chavismo protegidos y estimulados por el gobierno”. Esta versión es capaz de dejar de lado hechos tales como que mientras sucedía la violencia, los seguidores del gobierno estaban en otros sectores de la ciudad participando de los actos de festejos, o que las fotos y videos muestran una realidad totalmente opuesta, o que la mayor parte de los muertos y heridos son militantes bolivarianos.

Claro que cuando hay que graficar esa visión distorsionada, hay que manipular y mentir y una medida del poder real que se ejerce es que esto se hace de forma grosera y sin embargo no deja consecuencias.

Dos ejemplos puntuales pero elocuentes de la manipulación

Esta foto de dos policías antimotines en sus armaduras ahorcando a un manifestante, fue distribuida por la red social Twiter sobre todo en Europa, y fue publicada en las portadas de varios periódicos, como una muestra de la violencia de la “represión chavista”. La verdad que aquí mostramos es que esta es una fotografía publicada anteriormente por Al Jazeera de carabineros chilenos reprimiendo estudiantes en Santiago.

La otra foto fue publicada en la portada de Clarín de Buenos Aires (pieza clave de la “gran prensa” del Sur) y atribuida a la agencia de noticias española EFE. En ella se muestra según este periódico, como el gobierno venezolano atacó a los manifestantes con armas de fuego. La realidad es absolutamente contraria (y damos fe de ello porque estuvimos allí).
En el fondo de la foto se ve una de las cuatro patrullas incendiadas con bombas molotov que estaban estacionadas en la puerta de la Sede de la Policía Científica. Cuando se producen los incendios, los funcionarios policiales (del Cuerpo de Policía Científica que es de investigaciones y no se ocupa del orden público) sacan las armas de las patrullas y corren a refugiarse del fuego en el edificio sede. Esto es lo que se ve en la foto, a dos investigadores intentado protegerse, y obsérvese que el arma que carga uno de ellos es un fusil semiautomático AUG de alta potencia, arma que no se emplea en la represión de manifestaciones sino en el combate a la delincuencia organizada.

Reafirmamos, es tal el poder de la hegemonía de los medios corporativos que son capaces alterar completamente los hechos, mintiendo y manipulando con una total impunidad que les permite elaborarlos de la forma más burda, sin ninguna consecuencia, y lograr que las grandes masas crean que esa es “la realidad” de los acontecimientos.

Los pichones de monstruos

El escenario político más probable en Venezuela es que los focos de violencia provocados se vayan agotando en la medida que no logran los objetivos, y que el país vuelva poco a poco a la normalidad. Sería muy sano además que el gobierno apretara las tuercas y la violencia no quedara impune, como ya sucediera en un país donde quienes dieron el golpe de Estado en 2002 no sólo no sufrieron cárcel sino que han seguido hasta la fecha su acción política como si nada hubiera pasado.

Los pichones de monstruos han actuado una vez más, sin lograr sus objetivos pero repitiendo sistemáticamente su huída hacia adelante, siempre más de lo mismo.

Es que realmente (sobre todo en Venezuela) estos pichones de monstruos no tienen la capacidad para crear o generar otras alternativas y se ven obligados a acudir siempre al mismo libreto. Tendremos nosotros que estar dispuestos a seguir enfrentándonos con los intentos de generar el caos a través de la violencia como única alternativa para obtener el poder, por parte de quienes no son capaces de conseguirlo por las vías democráticas porque no tienen el apoyo de las mayorías del país.

Disparos contra el diálogo




Ernesto Villegas Poljak


Tras la elección del 8D se abrió una gran oportunidad para Venezuela. Fortalecido por la nítida victoria electoral, el presidente Nicolás Maduro tuvo la audacia histórica de convocar a un gran diálogo político. Abrió las puertas de Miraflores para que gobernadores y alcaldes antichavistas, junto a sus pares revolucionarios, interactuaran con él y sus ministros sobre los grandes temas nacionales, regionales y locales. Lo hizo delante del país, con las cámaras de TV en vivo y directo, sin reservarse el derecho de admisión. La escena por sí sola constituyó un hito: la clase política a la que pertenecen sus interlocutores no había puesto pie en ese Palacio desde 2002, cuando entró por vía sangrienta durante el golpe de abril del 2002 contra el presidente Hugo Chávez, y de donde salió despavorida ante el contragolpe cívico-militar del 13A.


La voluntad de diálogo por parte de Maduro no pudo materializarse antes, pues esa clase política, sus aliados internacionales, económicos y mediáticos lo impidieron con su absurda política de desconocimiento a la legitimidad del Gobierno Bolivariano.


No hubo tregua, ni la Revolución la pidió, durante la enfermedad y convalecencia del Comandante Chávez, ni tampoco después, cuando obligado por la historia, Maduro asumió la candidatura presidencial y ganó la elección del 14 de abril de 2013. El candidato perdedor, Henrique Capriles, reaccionó con violencia, desconoció el resultado y llamó a sus seguidores a “drenar la arrechera”, lo que se tradujo en 11 muertos, decenas de heridos y cuantiosos daños materiales en medio de guarimbas y ataques incendiarios contra instalaciones públicas y sedes del PSUV.


Lo había advertido el propio Chávez el 8 de diciembre del 2012, cuando pidió a su pueblo elegir a Maduro como presidente en el escenario hipotético que luego se consumó:


“No faltarán los que traten de aprovechar coyunturas difíciles para mantener ese empeño de la restauración del capitalismo, del neoliberalismo, para acabar con la Patria. No, no podrán. Ante esta circunstancia de nuevas dificultades -del tamaño que fueren- la respuesta de todos y de todas los patriotas, los revolucionarios, los que sentimos a la Patria hasta en las vísceras como diría Augusto Mijares, es unidad, lucha, batalla y victoria”.

Los dueños del circo


Esas nuevas dificultades exigieron de Maduro absoluta y total firmeza durante los meses siguientes. Cualquier gesto magnánimo frente a quienes desconocían su legitimidad podía ser malentendido como una muestra de debilidad, con nefastas consecuencias para el país entero.


Aún así, Maduro apeló al dueño del circo: designó a Calixto Ortega como Encargado de Negocios en EEUU, país con cuyo gobierno la oposición venezolana mantiene un lazo umbilical. Era el primer paso para una normalización de relaciones diplomáticas con Washington. Las relaciones estaban reducidas al mínimo desde 2008, cuando Chávez expulsó al último embajador gringo en Caracas, Patrick Duddy, y EEUU hizo lo propio con el venezolano en Washington, Bernardo Álvarez.


Maduro también convocó a Gustavo Cisneros, propietario de Venevisión, y a otros dueños de televisoras privadas, como Televen y Globovisión, así como a Lorenzo Mendoza, cabeza del poderoso Grupo de Empresas Polar. Con todos se reunió por separado en Miraflores, les ofreció trabajar junto al Gobierno por la paz y el desarrollo del país, eso sí, sin pretender gobernarlo desde el poder económico, como estuvieron acostumbrados a hacerlo durante la IV República.


Pero en Washington tenían otros planes. La muerte de Chávez tenía que significar, porque sí, la muerte de la Revolución Bolivariana. Para ello era necesario impedir su consolidación bajo el liderazgo de Maduro. Había que llegar a las elecciones municipales del 8D en las peores condiciones económicas y sociales posibles para Venezuela, de modo que el pueblo pasara factura a los candidatos de Maduro. Una derrota electoral municipal sería esgrimida como prueba irrefutable de la “ilegitimidad” del “régimen”, como la derecha gusta llamar a la Revolución. Por eso la insistencia opositora, previa al 8D, en equiparar la elección municipal con un “plebiscito”, suerte de referendo revocatorio adelantado, sin cumplir con los lapsos y demás extremos constitucionales. De resultar perdedora la Revolución, esta “prueba” se sumaría a otras más endebles, previamente propaladas con similar propósito: el manejo supuestamente engañoso de la fecha de fallecimiento del Comandante Chávez y la pretendida nacionalidad colombiana de Maduro, amén del supuesto, y jamás probado, fraude en las presidenciales del 14A.


En octubre tres funcionarios de la embajada de EEUU en Caracas fueron pillados en reuniones conspirativas con factores de la oposición venezolana, planeando sabotajes al sistema eléctrico y a la economía venezolana. Esto obligó a Maduro a expulsarlos del país, lo que a su vez respondió el Gobierno de Obama expulsando a Calixto Ortega de EEUU.


Días antes, EEUU había negado permiso de paso por el espacio aéreo de Puerto Rico al avión donde Maduro viajaba hacia China, lo cual motivó la denuncia venezolana. Poco se recuerda, pero el propio 5 de marzo, antes de producirse el fallecimiento de Chávez, el entonces vicepresidente Maduro había anunciado la expulsión de dos militares integrantes de la Agregaduría Aérea de la Embajada de EEUU en Caracas. ¿La razón? Fueron detectados haciendo contacto con militares venezolanos para sumarlos a planes de desestabilización contra el Gobierno en medio de la convalecencia del líder venezolano.


En paralelo a estas “diligencias” tan poco diplomáticas, los dueños del circo también apostaron a la caotización de la economía venezolana, mediante el crecimiento desmesurado de los precios, la desaparición de productos de consumo masivo y un ataque sostenido contra la moneda venezolana por vía de la especulación cambiaria. Un cuadro con aires de familia con el del Chile previo al golpe contra el presidente Salvador Allende en 1973, antes del cual Richard Nixon, presidente de EEUU, había ordenado a Henry Kissinger “hacer chillar” a la economía chilena.


Maduro denunció una “guerra económica” contra el pueblo y tomó medidas drásticas contra empresas especuladoras que, habiendo recibido dólares del Estado a tasa oficial de Bs. 6,30, colocaron a sus productos precios insólitamente elevados. Varios establecimientos emblemáticos, como la tienda de electrodomésticos Daka, fueron obligados a vender a precios razonables. Esto, y la negativa de la dirigencia opositora a siquiera reconocer el fenómeno especulativo, consolidó el apoyo popular al Gobierno y a sus candidatos.


Un Presidente a sus anchas


La Revolución Bolivariana salió fortalecida de las elecciones municipales: el PSUV y sus aliados sumaron 5 millones 818 mil votos frente a 4 millones 410 mil de la MUD. De las 335 alcaldías del país, 253 fueron ganadas por alcaldes bolivarianos, es decir, el 75,5%. Las 78 obtenidas por la MUD representan el 23.3%.

Un Maduro así relegitimado se permitió el gesto de invitar a los alcaldes opositores recién electos, tal como lo había adelantado en la campaña electoral. Fue incluso más allá al ampliar la invitación a los tres gobernadores de oposición, incluyendo a Capriles Radonski, quien inicialmente la desaprovechó: fue el gran ausente de aquel histórico diálogo.

La jornada fue única. Ningún otro Presidente se había reunido con todos los alcaldes de oposición simultáneamente. Los acompañaron los gobernadores de Amazonas, Liborio Guarulla, y de Lara, Henry Falcón.

Maduro se mostró a sus anchas en aquel escenario, donde puso en práctica las habilidades políticas acumuladas primero como dirigente sindical, luego como parlamentario y después como canciller. Administró humor y firmeza de carácter ante las disímiles posturas adoptadas por sus interlocutores para finalmente concluir airoso. El reconocimiento mutuo entre Gobierno y oposición auguraba una nueva tónica en el debate político venezolano. Más allá de lo retórico, hubo el compromiso de facilitar el acceso de gobernadores y alcaldes a recursos del Poder Central para determinados proyectos, así como en torno a mecanismos de coordinación en áreas de interés común, como la seguridad.


El año político cerró en esa tónica constructiva.


Luego, en enero, tras el brutal asesinato de la actriz Mónica Spears, que conmocionó al país, el Presidente volvió a convocar a gobernadores y alcaldes de oposición. Esta vez sí asistió Capriles Radonski, con una inusual barba de varios días. El estrechón de manos del gobernador de Miranda con el Jefe del Estado fue la foto que dio la vuelta al mundo. El gesto de reconocimiento ponía fin a la supuesta ilegitimidad de Maduro vociferada por Capriles Radonski desde su derrota en abril de 2013.


La nueva jornada de diálogo supuso un avance en los niveles de coordinación entre el Poder Central y los gobiernos municipales antichavistas en materia de seguridad. Hasta hace poco impensables, se hicieron cotidianas las apariciones públicas del Ministro del Interior junto a gobernadores y alcaldes opositores haciendo entrega y recepción de patrullas policiales y otras acciones enmarcadas en la Gran Misión A Toda Vida Venezuela.


Jovencitos utilizados


Cosa rara en la Venezuela Bolivariana, caracterizada por los frecuentes procesos electorales, el 2014 es un año sin elecciones en el calendario, lo cual probablemente facilitó el intento de ensayo de una nueva relación política, basada en el reconocimiento de las diferencias y de aquellas áreas donde es posible y necesaria la coordinación.


Contra ese ensayo son las acciones de violencia protagonizadas por sectores fanatizados del antichavismo radical, identificados con Leopoldo López. Disparos, molotov y pedradas contra el diálogo.


Es lógico que, frente a esta arremetida violenta, Maduro endurezca de nuevo su postura. Vacilar es perdernos, diría José Félix Ribas.


Aún así, el Presidente ha respondido favorablemente a un mensaje de los tres gobernadores opositores, que según él mismo se encargó de revelar, le pidieron una reunión. Si se concreta, sería la segunda vez que Capriles Radonski estreche la mano del Presidente después del 14 de abril, reconociéndolo como legítimo Jefe del Estado. La foto supondría, además, la consagración de Capriles Radonski como jefe de la oposición.


Esto explica, en parte, la saña con la que las huestes fanatizadas de López han arremetido contra el municipio Chacao, gobernado por el partido de Capriles, Primero Justicia, en la persona del alcalde Ramón Muchacho.


Los jovencitos fanatizados no sólo están siendo utilizados para tratar de derrocar al gobierno, cosa que no lograrán, sino más bien para favorecer a un sector en la pugna interna de poder en el seno del antichavismo. Un sector que poco quiere con el diálogo y mucho con la violencia. Un sector que apuesta al extremismo para resolver la confrontación de ambiciones personales y grupales en el campo opositor.


Veremos si ese factor se queda solo, con el trofeo de un semestre perdido para sus estudiantes,  o si por el contrario logran involucrar en esa dinámica aventurera al resto del antichavismo.


Lo dirán los dueños del circo.

jueves, 6 de febrero de 2014

¿Qué significa el 4-F?

4 de febrero de 1992, golpe de estado, intentona golpista, Hugo Chávez Frías, 4F




El 4 de febrero de 1992 los venezolanos conocieron el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 y al Comandante Hugo Chávez Frías, como parte de una rebelión cívico militar, operación que aspiraba a liberar al pueblo venezolano del neoliberalismo más salvaje.


Chávez era un líder nato, desde las aulas le gustaba declamar y cantar, apreciaba las enseñanzas de sus maestros y leía vorazmente en cada cuartel. Hasta sus detractores reconocían su aplastante carisma y sólido poder argumentativo.

Mientras tanto, Carlos Andrés Pérez, el presidente de aquel momento, regresaba al país de visitar Estados Unidos y Suiza, y se dice que cuando conoció los planes para derrocarlo, se escondió en un búnker. Era su segundo mandato y conducía el país a una miseria sostenida.

El empobrecimiento se había hecho patente en las protestas del 27 de febrero de 1989, conocidas como "El Caracazo", cuando miles de manifestantes se opusieron a las medidas económicas del gobierno y del Fondo Monetario Internacional; la represión fue sistemática y feroz.

Entonces, el 4 de febrero del 92 los soldados del Batallón de Paracaidistas atacaron La Casona, residencia presidencial; el palacio de gobierno en el centro de Caracas, Miraflores, y el aeropuerto de La Carlota.

Pérez se dirigió al país y suspendió las garantías constitucionales. 22 años después hay que preguntarse: ¿cómo fue posible que un país perdiera todas las garantías por ser fiel a su clamor? Ese 4 de febrero el grueso de los venezolanos se dio cuenta que dentro de las milicias había descontento también, y que no estaban influenciados ni pagados por extranjeros, ni por los altos mandos, ni por los oligarcas, ni por los empresarios, ni por los medios, éstos jóvenes estaban inspirados en las penurias del pueblo, que eran ellos mismos, soldados y civiles.

Los medios de comunicación insistieron en llamar al evento "golpe militar", pero había muchos civiles apoyando y de acuerdo con el fin del populismo corrupto de CAP. El 4 de Febrero de 1992 fue el resultado de la insurgencia popular contra las injusticias neoliberales; ese día el pueblo dejó de ser manso y debe seguir siendo implacable.


jesus cautivo


Fue la chispa que necesitaba la Patria para darse cuenta, para despertar como una vieja utopía hecha realidad; una esperanza de acabar con la pobreza desesperante, la exclusión desvergonzada, al racismo y clasismo implícitos en el sistema de vida.

Chávez pensó y reflexionó en sus años de cárcel, cómo sería un gobierno popular en Venezuela. Tuvo muchos aciertos y pocas malas musas; lo que sí hay que reconocer es que tuvo excelentes compañeros que le ayudaron a no perder el rumbo, aunque unos pocos se perdieron a sí mismos.

Para aquellos que la vida nunca iba a cambiar, los que se iban a morir de pobres, ésos aún agradecen en sus oraciones haberlo presenciado, haber vivido el tiempo de un patriota, el tiempo de un hombre que no se arrodilló.

Por primera vez un Presidente hizo promoción de una verdad común, ser solidarios y más amorosos con el otro, vencer los abismos del analfabetismo, la falta de educación y desatención social; y accionó en consecuencia de lo prometido, cumplió su palabra.


CHÁVEZ


El llanto de los desamparados por su muerte es lo más sincero que hay, porque no lloran de hambre, ni de miedo. Lo que ocurrió después del 4 de febrero, fue ciertamente, rebeldía y amor. Mucha gente se fue incorporando a trabajar por esa Patria Querida, ya sin ese deseo irrefrenable de desangrarla; Chávez desencadenó no un nacionalismo, como algunos intentan calificarlo, sino un sentido común de responsabilidad.

Ese Comandante pudo ser un traidor más, un entreguista más, pero prefirió subvertir el orden, cambiar todo lo establecido y buscar otras formas de hacer; clamó al pueblo arrecharse y pelear, a participar, a gritar en sus radios, a reclamar en sus paredes y palabras. Chávez rompió una serie social de gobiernos igualmente represores, con concepciones de mundo achatadas e impermeables.

Enunciar "no se cumplieron los objetivos por ahora", fue dar una cachetada al pueblo dormido y a los entreguistas y apátridas, dándoles a entender a todos que la lucha por Venezuela Independiente no había terminado. Lo demás es historia.

Chávez creció pobre en un pueblo llamado Sabaneta de Barinas, donde habitaban los aborígenes Varyná. Del espíritu de su abuela Rosa Inés se desprenden las historias de los patriotas que liberaron el campo del colonialismo español; esto lo motivó de una manera tan profunda, que quiso alcanzar el mismísimo Chimborazo de Bolívar, luchar contra reloj para hacer un poco más por la Patria que se hizo Grande; él se atrevió porque pocos tenían la fuerza de hacer lo propio sin traicionarse.

Hoy la lucha del 4-F continúa, pues el pueblo tiene que pararse de manos frente a la especulación, el contrabando y el acaparamiento, los monopolios y el latifundismo, la manipulación mediática, la burocracia y la corrupción. Pero sobre todo frente a la mentira y la traición, como antivalores inyectados por sus enemigos, que no quieren la Paz.