Venezuela en tres
lógicas
Hoy los movimientos y las
organizaciones sociales permanentemente reflexionan y accionan en definir el significado
social de las organizaciones populares, sus alcances y sus roles en el contexto
donde habitamos, de relacionarse con entes gubernamentales y articularse con otros movimientos, que permitan afianzar como fuente de un poder popular que condicione el accionar del
poder constituido.
Estas reflexiones asoman tres lógicas, que coexisten y con frecuencia se
contraponen entre sí. Estas lógicas son:
- La del capital,
- La del poder alterno y
- La del poder constituyente.
Es la más nombrada,
no por ello la mejor conocida. Está sustentada por los mensajes de los grandes
empresarios, amplificados por los principales medios de difusión del planeta. Esta
lógica supone que el mercado impone sus leyes en todo lo que hacemos los seres
humanos. Así, se supone que lo mejor que podemos hacer es tratar de obtener la
mayor rentabilidad posible del uso del capital, lo que hace que nos convirtamos
en meros instrumentos económicos.
Esta lógica no solo
rodea y tiende a asfixiar la revolución venezolana, sino que la impregna en
gran medida. Está presente en las negociaciones internacionales en torno al
petróleo; en los planes nacionales, que incluyen aspectos tales como los bonos
de PDVSA y proyectos visionarios como el Banco del Sur. Esto se comprende por
cuanto el país tiene que ajustarse a esta lógica capitalista para estar
presente en el quehacer político y económico del mundo, y para asegurar
recursos que sustenten sus proyectos.
La lógica del capital
también está presente en las instituciones oficiales, en el modo como funcionan
hacia adentro y se articulan entre sí. Ello se manifiesta en que fundamentan
sus planes y sus resultados en términos de menor costo-mayor beneficio, y en la
búsqueda permanente de cifras y números para fundamentar los procedimientos.
Por otra parte, esta lógica es fuente de efectos perversos, tales como la
corrupción, la malversación de fondos, y los privilegios de clase. Lo curioso y
lo interesante es que está, necesaria para la supervivencia del país y como
base para las transformaciones planteadas, debe albergar en su interior una lógica
diferente: La lógica del poder político alterno.
La lógica del poder
política alterno
Está protagonizada
por los agentes políticos, como el propio presidente Chávez. Hablamos de
alterno, por cuanto el discurso oficial se refiere a que hemos de asumir un
sistema socialista, diferente del sistema alentado por la lógica del capital.
Para construir un
sistema alterno, la política bolivariana requiere afianzarse, copando del modo
más rápido posible todos los espacios sociales y políticos (gerencia pública,
gremios, estudiantes, entre otros). La edificación de un sistema socialista
requiere construir formas de poder que puedan contrarrestar la ofensiva del
capitalismo internacional y nacional, y al mismo tiempo crear los rasgos
propios del estadio buscado. De aquí la urgencia por crear organismos que luego
van quedando atrás (las unidades de batalla electoral, los círculos bolivarianos,
entre otros), y de crear la mayor cantidad posible, en tiempo breve, de
consejos comunales.
Esta lógica, que
alterna el movimiento ofensivo-defensivo, si bien va constituyendo discursos,
acciones y ámbitos organizacionales prestos al cambio, también puede generar
algunos inconvenientes; uno, que la presión por el cambio, a cargo de personas políticamente
limitadas, o simplemente ambiciosas y hasta corruptas, va dejando de lado o
atropellando personas y organizaciones de base que han desarrollado un trabajo
local y regional significativo. Otro, que el proceso tiene que valerse de
organizaciones burocráticas, verticales y fuertemente ceñidas a la lógica del
capital, y desde allí crear organizaciones autónomas, democráticas, con
pertinencia social y que prefiguren un sistema social alterno. Es como pedir
peras al olmo.
Así, las estructuras
políticas, sustentadas en la lógica del poder alterno, en su afán por crear rápidamente
un poder ofensivo-defensivo, sumado esto a la lucha por el poder personal y
grupal, enfatizan el control y la uniformidad por la participación plena y la
diversidad. Finalmente, otro factor importante a considerar es que este proceso
que busca afianzar la lógica del poder alterno, paradójicamente está soportado
por el capital derivado de los excedentes petroleros y la recaudación de
impuestos, es decir, se soporta en ultima instancia en la lógica del capital.
Ello obliga a plantearse la urgencia de asumir colectivamente la búsqueda de
otros modos de ensayar la producción y distribución de riqueza social, para
cimentar la revolución. Esta lógica, emanada del poder construido, se enfrenta a
otra lógica, la del poder constituyente.
La lógica del Poder
Constituyente
Es liderizada por las
personas que habitamos los movimientos sociales y organizaciones sociales. Enfatizamos
la diferencia entre poder constituyente (el pueblo en todos sus sentidos) y el
poder constituido (las instituciones existentes). La lógica del Poder
Constituyente enfatiza la construcción del poder local, la articulación con
otras organizaciones para el apoyo mutuo, y la generación de un espacio
político más amplio; una fuerza que pueda dialogar horizontalmente con el poder
constituido.
Estos movimientos, al
contrario del anterior, prefieren la diversidad, la pluralidad y el ejercicio
permanente del dialogo, antes que la uniformidad y la verticalidad. Tienen frecuentes
conflictos con los poderes constituidos y sospechas históricas sobre los
aparatos políticos “creados de la nada”. Requieren de mucho tiempo, de una
formación progresiva, de ensayos, de idas y venidas, para construir nuevas
formas de poder democrático, que den respuesta a los requerimientos surgidos de
las vivencias cotidianas de la gente. Muchas veces se dedican más a lo local y
a desarrollar su vida interna (como se tomas decisiones, como legitiman sus
acciones en las comunidades, etc.), que a lo nacional e internacional. Dependen
de las instituciones para existir y sostenerse, y muchas veces estas
instituciones tratan de ponerles condiciones, con lo cual se inician los
conflictos, puesto que las instituciones –como hemos dicho-, responden a La lógica
del poder político alterno y a la del capital.
Si bien estas lógicas
se han presentado como si fuesen espacios diferentes, sustentadas por actores
diversos, en la vida cotidiana aparecen completamente entrelazados. Parecen
nutrirse unas de otras. Así, puede haber intentos institucionales sinceros para
fortalecer la actividad económica de los poderes locales, o puede que un Banco
Comunal suma plenamente, en su accionar, la lógica del capital. No obstante, la
presente reflexión, dirigida a los movimientos sociales, tiene como objeto
aportar una conceptualización básica para orientar planes y proyectos de
trabajo, para reflexionar sobre el carácter de una organización dada, y para
hacer una reflexión sostenida sobre el curso de un proceso particular.
Por: Julio Valdez. Educador/ investigador de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, Venezuela.